Carta a mis afectados: ¡se acabó!

Carta a mis afectados: ¡se acabó! Nueva pielEn la nube he conocido a mucha gente, unos merecen más la pena que otros, igual que en botica. Los hay graciosos, graciosillos, voceras, prudentes, serios, charlatanes, coherentes, mal educados, finos, delicados, brutos, gourmets (de estos muchos, muchísimos), delicados, formados, leídos, profesionales, interesantes, vagos, vagos redomados, ignorantes, tontos y tontos de baba. Hay de todo, y para que nadie se moleste diré que hay lo mismo en /as.

Pero además hay personas, grandes personas. Y entre todas ellas hay una que hace tiempo me llamó poderosamente la atención por su integridad y un carácter que se huele a miles de terabytes de distancia.

Se llama Sonia Díez (@soniadiez), y es capaz de detectar emociones escondidas bajo fríos ceros y unos. «Cuando el bajo de los pantalones se te ha quedado corto y te tira la entrepierna es que estás creciendo» —me escribió hace unos días.

Aun sin ser del todo consciente parece que andaba desprendiendo cierto tufillo a sudor, la prueba más evidente de un maratón charlatanero online del que ya no estaba disfrutando. Aquel social media, que ya no era cool desde tiempo atrás, había degenerado, además, hasta el inframundo de la vacuidad.

Twitter se ha convertido en un puto ticker. Y Facebook en los baños de una discoteca de pueblo.

Hemos convertido esto en un pajar sin aguja. Estoy hasta las narices de frases amorosas, de links por doquier, etiquetas, acortadores, apps y autobombos. Y autobombos. Y autobombos. Y de leer, y escribir para ser leído, listados de consejos, errores o trucos. Y de recopilar mediocres artículos y refritos de otros no mucho más brillantes sobre temas de oídas. Y más refritos. Y más refritos. Y más refritos. Y más, y más, y más… cansado.

En los albores de la Era de la Información, allá por 1971 —ya llovió, y qué poco nos hemos mojado—, un premio Nobel de Economía (1978) llamado Herbert Alexander Simon, ya predijo que acabaríamos matando por obtener atención. Sí, simple atención, siendo esta el principal alimento de la sobreinformación que sufrimos, y que parece ser ya sufrían hace más de 40 años, aunque imagino que a otra escala. Menos mal que el bueno de Simon no llegó a conocer Facebook y Twitter, le habría dado un infarto antes de llegar a su sabia conclusión.

Twitter se ha convertido en un puto ticker al que nadie presta atención. Y Facebook en los baños de una discoteca de pueblo. Sucesiones infinitas de enlaces y coladores de contenidos —sí, coladores— se baten en inocuos duelos por un más inocuo reshare.

Las redes sociales pudieron democratizar el poder mundial, redistribuir riqueza mediática de forma solidaria y otorgar potentes herramientas que las pymes, autónomos y pequeño comercio nunca antes habían soñado. Pero cuando ese rancio poder olfateó el peligro real nos puso una zanahoria impregnada de avaricia delante de nuestras narices. Y picamos. Nos aceleramos y corrimos, y corrimos, y corrimos… hasta estrellarnos.

Hemos cubierto de negro el regalo con mayor potencial y posibilidades que hubiéramos soñado, y ya tocan a muerto. Tú eres culpable. Tanto como yo. Hasta hoy. Yo voy a intentar expiar mis pecados. Lo dejo. Seré consecuente. Nos hemos comido todos sus huevos pero no mataré a la gallina. Quién sabe, quizá reviva.

¿Qué narices es un favorito en Twitter? ¿Un ‘Me gusta’, pero poco?

Dejaré de darte la brasa categóricamente, experimentaré otras formas, otros métodos de expresarme. No facilitaré más de lo necesario el acceso a contenido propio. Si realmente te interesa vendrás, te esforzarás en encontrarme. Si no ocurre será la mejor confirmación de que debo mejorar. Tendré que mejorar. Seguiré experimentando y creando contenido pero la difusión tendrás que dársela tú. Sin presión alguna, sin autopistas, decidirás si merece la pena o no hacerlo.

Hay demasiada polución en la red para entes tan insignificantes como yo. Mi aportación será mayor aliviando carga y expandiendo aire que aportando más ruido. Todo será lo mismo pero con menos links. Solo es un granito de arena, quizá ni eso, pero a partir de hoy por esos coladores de contenido pasará menos mierda. Y lo bueno, lo realmente bueno, lucirá mejor.

Será una especie de tratamiento experimental, una vacuna milagrosa —o no—  antes del triste alivio sintomático previo a un desenlace que, espero, no llegue nunca. Durante un mes tuitearé menos y conversaré más, si es que todavía es posible conversar en Twitter. Incluiré menos enlaces a mi contenido, solo lo comentaré y, en todo caso, retuitearé tuits de otros apuntándome. Pienso que esto contiene cierta porción de agradecimiento, no los favoritos que dais. ¿Qué narices es un favorito en Twitter? ¿Un Me gusta, pero poco? En Twitter se agradece y valora con RT, no con favoritos. Aunque cada cual es muy libre de hacer lo que le venga en gana, incluso esto. Un Me gusta en Facebook o un +1 en Google+ tienen cierto valor de posicionamiento, pero un favorito en Twitter no vale nada, solo retrata al que lo da, y de paso a una sociedad que pretende alcanzar el cielo sin levantarse de la cama.

Facebook quizá lo frecuente menos. A cierta edad las discotecas y los cubatas dulzones se recuerdan como la integridad en política, con morriña. Algún desganado Me gusta y menos enlaces. Y menos ruido. Y menos ruido. Y menos ruido.

Linkedin no me interesa demasiado. Sin dedicarle mucho tiempo recibo más spam en Linkedin que por email, que ya es decir.

Y Google+. Qué decir de Google+. Hace no mucho era mi red preferida. Creo que empecé a perderle el gusto cuando mis círculos empezaron a engordar. No sé, quizá lo ponga a régimen. Quizá haga una visita al médico y me ponga a cuidar su salud.

Y este blog, mi cuore, mi cuarta niña. Prometo prestarte la atención que mereces. Te limpiaré, te mimaré, te cuidaré de parásitos, te aligeraré de ornamentos infecundos y solo, solo, solo tendrás mis mejores experiencias. Menos negrita, menos SEO, menos colorido, más información, más opinión, más cuore.

Tomaré una radiografía general de la salida y volveré por aquí cuando llegue. Veremos qué pasa. Si el enfermo se muere no será por mi culpa. Si el enfermo mejora tampoco, pero habrá merecido la pena. Si el enfermo sigue igual también.

Ya te contaré. Hasta entonces que tengas buena estancia, y que no te molesten.

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9 comentarios en «Carta a mis afectados: ¡se acabó!»

  1. Los que te seguimos estábamos esperando este artículo desde hace meses…

    Empezamos a esperarlo cuando comenzaste a cargar contra eso que llamas «nueva burbuja del Social Media»… que no es ninguna burbuja, créeme…

    Aquella conversación entre Pepe, el carnicero, y Vanessa, la Social Media Manager… tú mismo lo dijiste: Pepe… un adelantado a su tiempo, Vane… una apuntada a la moda.

    Es cierto que empresas enormes han lanzado su ejército de comerciales contra las PYMEs y los negocios con el mensaje claro de que «hay que estar»… y eso ha llenado las redes sociales de mensajes raros, publicidad cutre o algún «parece que va a llover» con medias de 8-10 megustas de desconocidos.

    Evidentemente que el social Media no es eso… La gestión de redes sociales, realmente, como «servicio», no existe… y si existe, como «parte del marketing», parece obvio que la responsabilidad de «producción» debe recaer en el responsable del marketing negocio: él es quien tiene que saber qué publicar, cuándo y «contra quien»… ahora bien:

    – Puede que exista un plan de marketing que defina muy bien qué parte de la comunicación comercial corresponderá al «Social Media»… con unos objetivos claros y una estrategia clara plasmada en una imagen consistente, una serie de canales, unas necesidades de seguimiento, el manejo de una serie de herramientas, una línea de contenidos, un ritmo de publicación…

    – Pero puede que no… así que «iremos improvisando». Aquí es cuando resulta obvio que el «único» que puede improvisar es ese responsable de marketing, en PYMEs, normalmente, el responsable del negocio… pero sobre lo único que va a poder «improvisar» va a ser sobre los dos últimos argumentos: los contenidos y el ritmo; porque las necesidades de imagen, de una estructura de canales definida, el seguimiento y el manejo de herramientas (no sólo informáticas… también una cámara de fotos, por ejemplo) no se puede «eludir»…

    Ahí también «entra» ese «servicio»… como «externalización» o como necesidad de «formación»…

    A mí siempre me gusta decir que nuestro trabajo está entre la Agencia Publicitaria y el Gabinete de Prensa… El error fue creerse que podíamos sustituir al «la prensa» por nuestro blog.

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    • Hola José Enrique, ante todo gracias por pasarte. El simple hecho de que gente como tú, que lleva merodeando estos textos desde tiempo atrás, llevaras tiempo sin dejarte ver, es la mejor confirmación de que por aquí últimamente había mucho ruido y pocas nueces.

      Me congratula que llevaras tiempo esperando este artículo, está claro, yo también llevaba tiempo mascando el agrio sabor del sudor ineficiente. Está claro que la herramienta, por llamarlo de alguna manera, tiene un potencial brutal, y que el mercado acabará seleccionando a los mejores profesionales y enseñando al profano que esto no es para ‘primos y conocidos con Facebook’. Pero quizá ese momento llegue tarde para muchos, y quizá, solo quizá, la herramienta haya quedado ‘tocada’ de credibilidad para aquel momento.

      Todo esto me recuerda a la publicidad (en general, aunque bien podríamos segmentar el comentario), otra herramienta con poder infinito, que incluso pudiera haber sido formativa, solidaria… y que hoy odiamos por saturación y, sobre todo, porque muchos se han dedicado a colarnos gato por liebre.

      Por no alargarme indefinidamente. El SM no es más que un canal, un canal que debemos utilizar en la creación de marca, en el posicionamiento. Un canal a tener muy en cuenta en el branding empresarial, pero ojo, no es el centro de nada. Si el discurso no está claro de nada sirve el megáfono. Y si el discurso está claro es cuando debemos prestar atención a que el megáfono funcione correctamente.

      Insisto. Gracias por pasarte José Enrique y espero, ahora, verte más por aquí 😉

      Salu2.

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  2. Estimado Orlando,
    Siempre me ha gustado pasear por tus campos, habitualmente como suscriptora de tu blog y este articulo se corresponde con los motivos por los que uno se suscribe, al menos el mío, que es aprender.
    No me dedico a nada que se acerque a tus intereses, pero mi creatividad y paciencia se alimentan en fuentes diferentes a las mías naturales, y tú me abres los ojos.
    Entre mis ocupaciones está un cliente, más amigo, del que soy su ¿comunity manager?…llámalo x…pero desde luego nuestro trabajo en las RRSS es una calcomanía de lo que habla José Enrique en el comentario anterior y sobre todo es humildad y coherencia. Lo que se ve por la ventana debe corresponder exactamente con lo que hay en el interior.
    Gracias por tu articulo y desde luego que sí, que te buscaremos los que queramos buscarte.
    Feliz cura!!!
    … y gracias.

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    • Gracias Cristina. Mil gracias por tus palabras.

      Coincido plenamente contigo, dado que las redes sociales no son más que un canal de comunicación, lo que se ve debe coincidir con lo que se es.

      Aquí estaremos siempre que quieras pasarte. Salu2.

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  3. Sonia es mucha Sonia.

    Una charla con ella ya sea de coña, con sus lado friki, o técnico con su lado experimentado, por chat o en persona es lo mejor para las neuronas.

    Alguien a quién aprecio mucho me dijo hace poco: «lo bueno es lo que no se puede encontrar en Internet» … pues eso.

    Perdón si no comento tu post, pero creo que como estás haciendo ya, yo también me he querido centrar en lo importante.

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    • Gracias José Luis por pasarte por aquí.

      Increíble, pero todavía no tengo el gusto de conocerla personalmente. De todos modos, a internet hay que reconocerle estos «encuentros».

      Un saludo.

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  4. Mi querido Orlando, es totalmente comprensible el desgano o empacho que sientes, lo vacuo de las redes, no es más que fiel reflejo de lo que se vive, más importa el brillo que la luz.
    Una sociedad que cultiva en superficie, excluyente, en donde la siembra es sobre parámetros o valores falsos, pactados y reconocidos sin análisis. No importa el entorno o continente, estamos globalizados.

    Lo positivo de todo este desmadre, es que justifica la existencia tuya y de muchos otros que con olfato han descubierto el verdadero aroma de la existencia.

    Gracias por tener la valentía de externar tus inquietudes y compartirlas, en las REDES.
    UN FUERTE ABRAZO.

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    • Mi querido Marco, no sabes la ilusión que me hace que te haya pasado por aquí.

      Como no puede ser de otra manera, coincido plenamente con tus palabras, salvo en la necesidad de estos textos que solo tienen algún sentido desde el punto de vista del orden mental propio, el placer por la escritura y, en ocasiones, en desahogo personal.

      No obstante, como creo poco en las imposiciones, cuando lo estime conveniente volveré a dar la lata por estos lares. De hecho llevo algún tiempo pensando en analizar lo qué ha sucedido al blog con la ausencia de escritura.

      En realidad, con lectores como Ud. por aquí, uno nunca puede dejar de aparecer.

      Un fuerte abrazo amigo.

      Responder

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