Marta Sánchez, una mujer perdida, una marca personal desaprovechada

No, no me he pasado al blogging rosa, y tampoco pretendo desarrollarme como crítico musical. Voy a hablar de marca personal tomando a Marta Sánchez como ejemplo perfecto de cómo no debe enfocarse —quizá debiera decir desenfocarse— una estrategia de branding personal.

Me gusta la música. Me encanta la música. Y aunque mis gustos musicales distan bastante de lo que hoy representa esta señora, reconozco que en algún momento, allá por 1990, me compraba discos de Olé Olé. Tenía 15 años y analizando el hecho a río pasado creo que ciertos argumentos expuestos por aquella exuberante mujer tenían más peso para mi que las melodías «techno-pop» —según la Wikipedia de Olé Olé— ramplonas y acarameladas de un grupo eminentemente comercial creado por la discográfica CBS para vivir al rebufo de los exitosos Mecano —para mi gusto más ramplones todavía, aunque con cierta personalidad—.

Como curiosidad, guiño comercial o guinda estratégica, el propio Nacho Cano compone y regala al grupo su primer éxito «No controles».

Dicho esto, queda claro que la marca Olé Olé creada por CBS tenía una Misión y una Visión bien claras, una estrategia de marketing definida cuyo éxito mantiene al grupo en el recuerdo musical español hasta nuestros días. 

Cuatro voces femeninas lideraron el grupo desde su debut. La carismática Vichy Larraz (1982-1985), nuestra protagonista Marta Sánchez (1985-1991), la desconocida Sonia Santana (1992-1993) y Marta Domínguez (2007) en uno de esos conatos de tomadura de pelo a los que nos tienen acostumbrados ciertas viejas glorias de los escenarios. De todas ellas, la única que puede presumir de una carrera en solitario exitosa es Marta —más de 7.000.000 de discos vendidos según Wikipedia—, a pesar de sus actuales bandazos melodicosentimentales

En los albores del éxito te mantienes más por cerrar algunas puertas que por abrir muchas.

Marta Sánchez tan solo tenía que desarrollar su marca personal gestada al calor del grupo Olé Olé, y así lo hizo durante mucho tiempo. Luego se fijó en Madonna, y tampoco le fue mal, al fin y al cabo ambas marcas disparaban a objetivos similares aunque de diferente tamaño. Se abrazó a estrellas internacionales —Slash de Guns N’ RosesAndrea Bocelli o Laura Pausini— intentando elevar su notoriedad pero siempre manteniendo sus señas musicales y con una cosa siempre clara, bien ella, bien sus productores sabían perfectamente a quién se dirigían

He de reconocer, y esto le resta valor al artículo, que no he seguido de cerca la carrera de esta chica. Ni mucho menos. Precisamente lo que me ha llamado la atención son los últimos desvaríos desde el punto de vista del branding personal que ha cometido. Errores en lo que se viene conociendo como «dirigir una carrera profesional».

Reposicionando una marca personal

Resulta que ahora la buena de Marta se ha echado un novio joven, y músico, y como por arte de magia a alguien se le ha ocurrido que puede reposicionar a su antojo una carrera musical con más de cuarto de siglo.

Ahora la señora Sánchez tan pronto ocupa por sorpresa un escenario del Sonorama, el festival veraniego español más indie y singular del panorama festivalero, en el que toca el grupo de su novio; como sorprende a propios y extraños versionando a New England con un tema dubstep, y videoclip adjunto claro, acompañando a otro de los grupos de su «activo» partener

Alguien debería haber advertido a esta coruñesa que no se puede entrar en el indie por la puerta de atrás —que se lo digan a Amaral—, y que la historia musical está llena de sonoros fracasos en lo que a reposicionamiento de género se refiere.

Hasta aquí los más osados incluso podrían atreverse y entenderlo. Por qué no, si el Corte Inglés lo intenta, Marta Sánchez no iba a ser menos. Pero no, más que rebosar atrevimiento, la estrategia de la ex-soldado del amor desborda necedad. Y como muestra un botón, o más bien debiera decir pocos botones, mucha carne y una rancia sensualidad perdida en busca de un público que, quizá, nunca debió abandonar.

Como ya se ha mencionado en este blog, lo mejor y lo peor de una marca personal es que siempre la llevas contigo. Has de cuidar cada uno de tus pasos porque todos ellos tienen cierta influencia en tu marca y por ende en tu futuro profesional y personal.

Cuanto más desarrollada está tu marca personal más difícil se hace mantenerla, cuidarla, mimarla y hacerla crecer. En este punto adquiere gran importancia el foco y saber dejar pasar ciertas/otras oportunidades. En los albores del éxito te mantienes más por cerrar algunas puertas que por abrir muchas —y me he propuesto no hablar del spot de la Lotería de Navidad.

Define bien tu target, no puedes dirigirte al mundo entero, no existe el lenguaje para ello. Elige tu público, conócelo, hazte uno más y disfruta del diálogo. No te confundas, no les confundas.

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