El miedo empresarial y la última meada del maratoniano

«Me toca las narices que me obligues a dar un me gusta para descargarme un libro cuyo contenido desconozco y, realmente, no sé si me gustará». Así comenzaba un email recibido hace menos de un mes. Ni siquiera se había molestado en saludar, y mucho menos en decorar sus delicadas palabras con un asunto, ese inútil atributo del correo electrónico que algunos trogloditas, entre los que me incluyo, utilizamos para aligerar nuestra existencia.

El miedo y la última meada del maratonianoPero no he venido aquí después de tanto tiempo para hablarte de mis penas. No. He venido a hablarte del miedo, de cómo influye negativamente en nuestras empresas y de cómo, si nos ponemos un poco trascendentales, está convirtiendo esta sociedad, que creíamos avanzada e innovadora, en un humo gris de crecimiento exponencial, plano, tedioso y repetitivo. El miedo nos impide avanzar, agarrota nuestra inteligencia y nos fuerza a jugar al empate.

Hace unas fechas confabulábamos Iván y yo sobre nuestra archiconocida y grandiosa acción navideña: el regalo de Cotado. Y es que ya van 8 años haciendo el ganso. Aquí tienes la propuesta para regalar algo a quien lo quiera (y se atreva) en esta ocasión. Si te das prisa todavía estás a tiempo de solicitar el tuyo.  Y surgía la duda, el miedo planeaba por el estudio, surcaba los fríos vientos de octubre, nos encorsetaba y casi nos nubla el raciocinio.

Pero… ¿quién dijo miedo? Y menos cuando hablamos del regalo de Cotado. No olvidemos que se trata de algo inesperado, de algo que debes querer con fuerza, que debes estar dispuesto a jugar por ello y que, entre otras cosas, contribuirá, dentro de lo que todos podemos aportar, desde su mensaje o desde los hechos, a crear un mundo un poquito mejor de lo que era antes de haber jugado. El fin está claro, diversión, concienciación y acción.

Por miedo harás aquello que esperan de ti. Y eso nunca será innovador Clic para tuitear

Este año, como de costumbre, el regalo que enviaremos la semana que viene a todo el que lo haya solicitado no será lo que esperaba. Nosotros ponemos mucho, de entrada, en este caso, pondremos más de 5 años de duro trabajo (han sido especialmente intensos los 3 últimos meses) y mucha, mucha ilusión. Pero aquella persona que haya solicitado el regalo también tendrá que poner de su parte. Le pediremos algo. Muy poco, pero algo. Y ahí es donde surgía la duda.

¿Se enfadarán? ¿Lo verán bien? ¿Protestarán? Son muchas horas de trabajo para que acaben en un olvidado cajón.

Hace un par de años colaboramos con Médicos sin Fronteras. Este fue el desarrollo de aquel regalo de Cotado. Prometimos un regalo que llegaría con Papa Noel, y no llegó. Lo pospusimos para fin de año, luego para con los Reyes Magos. Pero el regalo nunca llegaba. Alegábamos errores ajenos, costumbre tan extendida en España que nos otorgaba la coartada perfecta, y más si el tercero era Correos. Todo el mundo lo entendía, la primera vez. En la segunda ocasión muchos se descabalgaron del emailing. Y en la tercera empezamos a recibir insultos.

Sin embargo todo estaba pensado. Todo formaba parte de un plan. Un plan que nos permitía trasladar un mensaje y acabar, si todo iba bien, una vez filtrados los impacientes, en una ayuda (socio o ingreso puntual) para Médicos sin Fronteras. Puedes leer más en el enlace anterior. Pero lo que aquí nos interesa es recalcar que aquella campaña se pudo desarrollar porque no existía miedo alguno a las opiniones negativas. Que las hubo, y así se preveía.

No digo que fuera la mejor campaña del mundo, de hecho no lo era, adolecía de un grave error: resultados no medibles (al menos no con nuestros recursos). Tenía su riesgo en términos de marca pero ese no es el requisito de estas acciones sino todo lo contrario. La irreverencia forma parte del regalo de Cotado.

Es probable que te esté contando todo esto para autoconvencerme de que estamos haciendo lo correcto. Quizá tenga miedo. Quizá vuelva a tener miedo. Quizá esté dudando de lo que pueda pasar a partir del lunes. Es probable. Pero digamos que serían los últimos nervios antes del directo, la última meada del maratoniano, algo perfectamente comprensible y normal. Cuando no debes tener miedo es en la etapa de creación, la que determinará la respuesta del cliente (o a quien se dirige la acción). Si en ese momento te dejas dominar por el miedo te estarás plegando a la mediocridad. Harás aquello que esperan de ti, y eso nunca será innovador. Practica el desapego al resultado. En cualquier caso, si realmente haces algo innovador, te traerá críticas. Como dice Adrià, «si nadie te da palos es que no estás haciendo vanguardia».

El email con el que da comienzo este texto surgía como respuesta a este artículo en el que se obligaba al lector a dar un «Me gusta» como paso previo para descargarse un eBook. Lo creí necesario en aquel momento como pago a nuestro trabajo, pago que, de otro modo, no se daría. Era mi precio por un eBook gratuito. Contesté a la persona y le expuse nuestra posición, le relaté los días de trabajo y las horas de personal que aquel eBook, que podía descargarse en unos segundos, había supuesto para nuestro estudio. Le hablé de las miles de descargas que había tenido nuestra Guía de Fases y Honorarios para Interiorismo Cormercial y de las unidades de agradecimientos públicos (se cuentan con los dedos de media mano amputada por la muñeca). El cruce de emails acabó con unas aceptadas y agradecidas disculpas.

Si quieres recibir has de dar, y pedir, sin temor a las consecuencias. No Fear. No Pain.

Imagen por cortesía de Shutterstock.

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