No sé por qué me paso por aquí a escribir y publicar algo justo después de la mierda de año que nos ha tocado en gracia. Después de tanto tiempo sin aportar más leña a este fuego de humo, a esta corteza sin núcleo en que se ha convertido el #socialmierda, aquí estoy vomitando palabras. …
La opinión pública no solo afecta a las compañías que cotizan en el mercado de valores. Afecta, y mucho, a las pymes y el pequeño autónomo que en ocasiones suelta exabruptos en sus redes sociales amparado en un engañoso anonimato basado en el corto alcance de sus publicaciones. Sin embargo las malas noticias llegan volando y las buenas cojeando. Que solo tengas 3 likes en tu mejor foto no significa que nadie te esté leyendo. Al contrario, como mínimo tendrás encima a toda tu competencia y seguramente muchos voyeurs.
Soy consciente de que este texto no os va a sentar bien a algunos. Pero qué le vamos a hacer, a mi tampoco me sientan bien vuestros favoritos, «chulapas». Un retuit es una suerte de retribución en especie, un favorito es una pequeña estafa con cara de buena estrella.
Las redes sociales pudieron redistribuir la riqueza mediática de forma solidaria, pero el poder olfateó el peligro real, nos puso la zanahoria y picamos. Aquello no interesaba. Quizá sea tarde para salvarlas, pero yo pondré mi granito.
Ya no hay más sitio para ‘socialmedialers’ en este país. Al final, como en toda burbuja, quedarán los mejores, los que en verdad se preocuparon de formarse y averiguaron cómo funciona esto de la comunicación.
Si hasta para llorar por vez primera te tuvieron que dar una buena hostia, qué te hace pensar que empezaste en Twitter con los principios básicos asumidos. Pocos podrían presumir de no haber cometido ninguno de estos errores, yo los he cometido todos, y en alguno sigo cayendo.
Esta es la historia de Pepe, un carnicero enamorado de Twitter al que conocimos vendiendo rubia gallega por Instagram; y Vanessa, una community manager ‘made in’ cursos a distancia convencida de que su vocación de pastoreo humano cambiará el mundo.
Cambiar la típica cesta de navidad por un regalo original y divertido tenía su riesgo. Nuestros miedos se confirmaron. Alguien se sintió defraudado y así nos lo hizo saber. Se ve que el sujeto esperaba un paquete con un billete de 500€, vamos, lo habitual en estas fechas; y recibió una carta con una foto de un señor mayor y un símbolo raro en medio.
#elregalodeCotado es un «ente singular» que aparece todos los años por navidad, como el turrón y ese primo que no soportas. ¡Fuera cestas! Cada final de año tenemos por costumbre cambiar la rancia cesta de navidad a nuestros clientes por algo muuuucho más original y divertido dirigido a nuestros seguidores. Por navidad, cambiamos clientes por seguidores.
6 técnicas reales en Social Media que funcionan para tiendas tradicionales, no solo carnicerías.
Metafóricamente, aparte de sentido común, un smartphone y un cuchillo es todo lo que necesitarás para tener éxito y vender miles de croquetas de pollo gracias a las redes sociales.