Cara a cara con la muerte

Vuelo 571 de la Fuerza Aérea UruguayaRecuerdo una frase de Nando Parrado, superviviente en uno de los accidentes aéreos más recordados de la historia, el del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes argentinos con todo un equipo de rugby a bordo. De aquello hace hoy, justamente, 42 años. Era 1972, 13 de octubre.

A bordo viajaban 45 personas, 5 de ellas formaban parte de la tripulación, el resto eran integrantes de un equipo de rugby formado por exalumnos del colegio Stella Maris de Montevideo y sus familiares. Se dirigían a disputar un partido en Santiago de Chile, pero nunca llegarían. El destino se disponía a escribir una de las páginas de superación personal más duras e impactantes que yo recuerde.

Seguro que leíste sobre el caso, varios supervivientes escribieron libros —suelo leer Milagro en los Andes de Parrado al menos una vez al año— y dan conferencias por todo el mundo. Quizá pudiste ver la película ¡Viven! (1993) o Supervivientes de los Andes (1976), mucho más valorada por los protagonistas. Incluso existe una web oficial: ¡Viven! El accidente de los Andes.

No me enrollaré pues describiendo los hechos, pero coincidirás conmigo en que lo que allí sucedió levantó debates éticos y morales por el mundo entero. Como soy de mojarme en todos los charcos que aparecen en mi camino te diré que pienso que todo, absolutamente todo lo que hicieron —lo que se sabe— me parece bien. Como ellos dicen, «no había otra opción, era eso o morir».

12 personas murieron en el accidente y algunos otros en los días sucesivos a causa de las heridas y el frío extremo —30 grados bajo cero por las noches y sin ropa de abrigo—. Los supervivientes lucharon contra el frío, el hambre y la desesperación que casi se convierte en locura cuando al octavo día se enteran por una radio a pilas de que la búsqueda y el rescate se suspendían ante las durísimas condiciones climatológicas y las inexistentes posibilidades de encontrar a nadie con vida.

El 22 de diciembre, después de 72 días aislados y dados por muertos, el planeta se estremece al enterarse de que 16 personas ¡Viven! Observarás que las cuentas no salen, entre otros acontecimientos, una noche, cuando se encontraban durmiendo unos encima de otros para soportar el frío, les sorprendió un alud que los sepultó literalmente. Después de haber superado lo indecible, 8 personas más perecieron bajo toneladas de nieve aquella noche.

Unos días antes de la última expedición, y tras varias fallidas, tres personas, Roberto Canessa, Antonio Vizintín —este regresaría unos días después al avión para reservar su ración a Parrado y Canessa— y Nando Parrado, deciden emprender una huida hacia delante, arriesgar la poca vida que les queda antes que esperar la muerte en aquel inhóspito lugar en medio de la nada. Inician un viaje a través de las escarpadas y nevadas montañas sin posibilidad alguna de acabar bien. Pero, ¿qué podían perder? Les esperaban días, semanas o meses —nadie podía saberlo— caminando casi descalzos por la roca y la nieve a 30 bajo cero.

En ocho días y sus noches Canessa y Parrado cruzaron valles helados, escalaron montañas sin más útil que sus propias manos, sobrevivieron a base de nieve y carne de sus propios familiares muertos, soportaron temperaturas inhumanas y finalmente consiguieron llegar a un pequeño valle donde encontraron a un pastor al que trasladaron un agónico mensaje:

Venimos de un avión que cayó en las montañas.

Años después, hablando con expertos montañeros, todos coincidirían en afirmar que el éxito de aquella desesperada expedición era ciertamente un milagro. Ni el profesional más experimentado podría haberlo logrado con el mejor de los equipos, víveres, guías, etc. Pero Parrado y Canessa amanecieron un miércoles 20 de diciembre en un valle junto a un río donde divisaron a un hombre a caballo. A partir de ahí nos quedan las infinitas enseñanzas que nos deja una tragedia como aquella, como la frase a la que me refería al inicio:

Lo conseguimos porque no sabíamos que era imposible.  

El libro escrito por Parrado es una lectura espectacular, enriquecedora y plenamente recomendable. Confirma que no hay nada superior al instinto de supervivencia.

Quizá te preguntes qué pinta esta historia en un blog sobre negocios. Bien, buena pregunta. Te respondo con otra: ¿has pensando en alguna ocasión que tu sueño es imposible de alcanzar? Pues deja de pensarlo y camina.

Cuando la muerte acecha

Nando Parrado-Roberto Canessa-Sergio CatalánQuizá pueda parecer exagerado relacionar estos hechos con un negocio, incluso tratarlos en un blog como este. Pero realmente hay lecciones en todo suceso, y puede que las más reales y valiosas, que emanan de situaciones extremas. Es relativamente sencillo prever cómo actuaremos ante esta o aquella situación, pero cuando el destino nos planta cara con un vivir o morir las reacciones no suelen tener nada que ver con lo esperado, sino más bien con lo experimentado por otras personas en similar tesitura.

Cuando Canessa, Vizintín y Parrado decidieron dar el todo por el todo antes de quedarse sin fuerzas apostaron todo a una carta. La incertidumbre les estaba matando. Sabían que nadie vendría a buscarles, pero la pared montañosa que tenían ante sí aplacaba sus ánimos. No sabían qué habría detrás de aquello, si un valle florido y hermoso, si civilización más o menos cercana/lejana, si una sucesión infinita de montañas nevadas —finalmente esto era lo que había, la peor de las realidades—. Pero para saberlo habría que escalar la montaña durante largos días y eternas noches. Con ridículas raciones de carne en detrimento del resto del grupo, sin ropa de abrigo y sin herramienta alguna.

Una de esas noches, cuando la oscuridad y el brusco descenso de temperatura pesaba como una losa sobre los dos expedicionarios, sintieron que había llegado su fin. El frío intenso te va matando poco a poco, te densifica la sangre, exalta el dolor y hace que que morir sea la opción más deseada. En ese momento, con la cara llena de estalactitas, cuando ya no tienes fuerzas de pegar a tu amigo para que no se congele, te relajas a esperar el desenlace de cara, en la oscuridad, mirando al infinito y recordando a los tuyos. Y de repente un rayo de sol. Aparece el día y con él el brusco aumento inverso de temperatura. La vida, de nuevo.

En 2007, para conmemorar el 35 aniversario del accidente, Gonzalo Arijón consigue reunir a los 16 supervivientes para rodar un documental y viajar a lugar de los hechos. El documental, «Náufragos: vengo de un avión que cayó en las montañas», plenamente recomendable, refleja los recuerdos de los protagonistas narrados por ellos mismos cuando se enfrentan, de nuevo, a la montaña que les permitió renacer.

De todos ellos me llamó la atención el relato de Canessa de aquella última expedición, y concretamente lo que sintió aquella noche en la que se entregó plácidamente a la muerte en la montaña —leer dos párrafos arriba—. 35 años después Canessa es capaz de extraer una lección de vida de aquel coqueteo con la muerte:

Cuando pienses que todo ha acabado, que no hay nada que hacer, simplemente espera.  

Tu suerte puede cambiar en cuestión de segundos.

Imágenes Wikipedia Commons por Pedro Escobal y Héctor Maffuche respectivamente. 

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1 comentario en «Cara a cara con la muerte»

  1. Muy buen post. A veces, los mejores consejos no son enseñanzas teóricas, yo creo que este artículo motiva y alecciona a todos los emprendedores en que con trabajo, esfuerzo y afán de superación se pueden hacer grandes cosas. Ahora bien, tampoco debe tomarse como un «saltar al vacio sin red» ya que para iniciar una aventura de este calado (si, emprender es una dura aventura), se debe estar muy preparado. Desde Zity Zinking, tenemos un programa que ayuda a emprendedores a minimizar sus posibilidades de fracaso y a potenciar sus posibilidades de éxito, ayudándoles a descubrir y validar su modelo de negocio. Podéis echarle un vistazo en el siguiente enlace: http://www.zityzinking.es/programas/aceleracion-fase-semilla/

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