Un viernes cualquiera en un hospital cualquiera

Un viernes cualquiera en un hospital cualquiera. El equipo médico pasa visita. Dialogan entre ellos. Deben de ser cuatro o cinco, difícil de contar en una situación así. Hablando los que saben. Escuchando los que aprenden. Y en medio los familiares del paciente, o cobaya por momentos. 

Un viernes cualquiera en un hospital cualquiera

La situación seguía siendo grave, muy grave, pero se observaba una leve mejoría. «N» había sufrido una infección cardíaca NO provocada por la grave enfermedad que sufría —supuestamente.

Todo se complicó durante su estancia en el hospital y lo llevó a necesitar una extracorpórea. Un procedimiento que externalizaba el funcionamiento de su maltrecho corazón y de los pulmones oxigenando y bombeando toda la sangre del cuerpo. Este mecanismo tiene un gran peligro, contraer graves infecciones. Es por ello que solo se aplica como última opción en algunas situaciones como aquella o en operaciones a corazón abierto. Y siempre durante el menor tiempo posible. 

—Parece que el corazón ya podría hacer su trabajo. El lunes le quitamos la extracorpórea —concluyó el jefe de equipo contagiando su profesional sonrisa al resto de aprendices.

Cerraron sus carpetas y se fueron a disfrutar del fin de semana. Sus 40 horas semanales —quizá alguna más— habían finalizado. A la familia de «N» le quedaban dos esperanzadores días por delante.

Un fin de semana eterno

Esta historia es totalmente real. La he vivido de cerca y no pretendo utilizarla de manera frívola sino más bien como protesta o llamada de atención y no solo sobre el sistema de sanidad español, sino sobre un ridículo sistema general en manos de mediocres que solo suspiran por mantener sus derechos como si «derechos» fuera únicamente sinónimo de vacaciones, salario, disfrute, liquidación y paro. 

En algún momento del fin de semana «N» entró en muerte cerebral. Cuando los médicos le quitaron la extracorpórea pudieron constatar la muerte. Según los responsables podía haber pasado igualmente en cualquier momento. Pero siempre nos quedará la duda.

¿Qué habría pasado si la visita médica hubiera ocurrido el jueves y el viernes se hubiera quitado la dichosa extracorpórea?

¿Qué habría pasado si fuera este sistema un sistema eficiente en el que la sanidad —y otros— no descansara ninguno de los 365 días del año?

¿Qué habría pasado si tú, que estás leyendo y poniéndote de mala hostia, entendieras que eso de trabajar 24 horas y 365 días al año, lejos de ir contra tus derechos contribuiría a crear empleo e incluso podría mejorar nuestra/tu calidad de vida?

Quizá estoy exagerando. Quizá la comparación está fuera de lugar. Quizá «N» no habría salvado su vida. Quizá.

Todo puede mejorar

Estos defensores de derechos ajenos se revolvían nuevamente en sus sofás cuando hace unos días Amazon anunciaba en Estados Unidos que entregaría pedidos en domingo a sus usuarios Premium y que ya había llegado a un acuerdo con US Postal, el servicio de correos de EEUU.

Dado el tamaño del pastel, es de suponer que las empresas de mensajería, tanto de EEUU como del resto del mundo, ya se están frotando las manos y concibiendo la estrategia de comunicación y lucha para instaurar el domingo como día laboral.  Por que esa es otra, la situación en los frentes es de lo más inverosímil. Si de un lado están los acomodados, del otro suelen estar los listillos; y en la retaguardia de ambos bandos, los conformistas. 

Hay tantas cosas que no tienen sentido en pleno siglo XXI que no sabría por dónde empezar, pero sin duda una de las primeras sería esta: horarios de trabajo, horarios comerciales, días laborables, festivos, puentes, etc.

Y ojo, esto no es un alegato contra el trabajador, sino a favor del cliente/usuario; por tanto en pro del futuro del trabajador, del empresario y por ende del sistema.

[box]Lectura recomendada: Liberación de horarios comerciales. Oportunidad o puntilla para el pequeño comercio[/box]

Vaya por delante que no tengo la solución. Efectivamente, tal como estarás pensando este texto es hablar por hablar. Pero tiene que existir la forma de que esto suponga mejores condiciones laborales —no peores—. Desde mi punto de vista es una oportunidad, no un problema.

Podemos explotar un negocio o prestar un servicio durante 24 horas al día, 365 días al año, y no solo online. ¿Por qué no hacerlo? Si así fuera, ¿«N» estaría con nosotros? Ojalá esta pequeña divagación sirva para honrarle allá donde esté y para que acomodados y listillos se conviertan en sensatos y personas de bien.

Una última reflexión para terminar. Más de uno se quedará solo con el lado frívolo de este texto, que lo tiene. Para vosotros mi más profunda indiferencia. Para el resto, para los que separan el grano de la paja, para los que empujan, para los que tiran del carro… Gracias por seguir ahí. Gracias por hacer que funcione. Gracias por comprender. 

Imagen: FotoRita [Allstar maniac]

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9 comentarios en «Un viernes cualquiera en un hospital cualquiera»

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  2. Buf, un tema delicado… Coincido en que los derechos no son únicamente festivos, liquidación y paro, pero no hay que perder de vista que los derechos incluyen esas cosas. A muchos trabajadores nos da miedo un horario de 24 horas 365 días al año porque la experiencia nos dice que quien decide abrir 7 días a la semana, si puede, se ahorra una contratación nueva redistribuyendo los turnos de los empleados que ya tiene. Conozco alguna propuesta de «vamos a abrir los domingos, trabajáis una hora menos al día y esa hora la hacéis el domingo» No sé si salió adelante, pero para mí no es lo mismo librar un día que una hora al día. Desconectar del trabajo es necesario de vez en cuando.

    Lo de que es mejor para todos… Depende. ¿Abrir según qué comercio un domingo genera más beneficios? De acuerdo. Pero el que antes trabajaba los domingos se llevaba más beneficios también, en forma de mayor salario o dias libres. Ahora no. Muchos contratos son de lunes a domingo y si te toca trabajar un domingo, pues trabajas cobrando lo mismo aunque la empresa gane más. ¿Ahí ganamos todos? Yo opino que no.

    Yo estaría encantado de que determinados servicios (la sanidad entre ellos, sin duda) se prestasen 24 horas al día 365 días al año. Pero sólo si eso implica que hay más gente trabajando, no más gente doblando turnos o estando atado al trabajo todos los días.

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    • Entiendo tus miedos Newbie, y cierto es, tal y como describía en el artículo, que de listillos está lleno el mundo. Pero espero que el propio mercado sepa contrarestarlo en un mundo hiperconectado en el que la información es muy, muy accesible para todos.

      De todos modos, sin acritud, creo que tu punto de vista es única y exclusivamente el del trabajador. Te propongo un cambio, valora lo mismo desde el punto de vista del cliente. El cliente saldría ganando, si gana el cliente gana el empresario, si gana el empresario gana el trabajador. Excepción de listillos, que pienso sinceramente que no aguantarán.

      El miedo nunca puede paralizar la mejora. El miedo es el arma del mediocre, tanto empresario como trabajador.

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      • Que gana el cliente, eso seguro…

        Que si gana el cliente gana el empresario, ya… con matices: depende del empresario y hay mucho «empresario» (tipo el de los toros…) que a duras penas entiende lo que es un cliente.

        Y lo de que si gana el empresario, gana el trabajador, en este pueblo, ni de broma…

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  3. Provengo de una pequeña localidad valenciana. Una tarde hablando con mi madre me contaba que algunas de las grandes marcas con establecimientos en esta localidad habían decidido abrir los festivos, en contra del movimiento de los pequeños comercios quienes, no solo se negaban a abrir sino que estaban abriendo vías para que los otros no lo hicieran.
    Así pensé, ¿no entienden que hay que orientarse a sus clientes y al servicio al mismo?

    Supongo que como clientes todos queremos mucho en la inmediatez de nuestra superflua necesidad, pero no terminamos de entender que como prestadores de servicio debemos dar lo que luego queremos. Se trata de dar para satisfacer a quien te debes, tus clientes, así cuando actúes como cliente lo tendrás de la misma manera. Sin embargo creo que hay que ejercer un cambio personal para cumplir esto. Hay que dejar de culpar a los grandes establecimientos (siguiendo el ejemplo anterior) o que ya ha acabado tu horario (como en el artículo) y entender qué puedes dar de más tú para cumplir la necesidad ajena.

    Para mi es un cambio de cómo entender el trabajo y la orientación del mismo y propia. Sobra nombrar el apoto por tu quizá subrayado.

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    • Hola Maria. Gracias por dejar tu comentario.

      Creo que has dado con la clave de todo el asunto: orientación real al cliente. No hay más, con esto queda todo dicho. El que lo entienda, tanto trabajador como empresario, triunfará; el resto será expulsado por el propio mercado.

      Un saludo. Y gracias por el apoyo 😉

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  4. Hola, Orlando, pienso que tu propuesta sería magnífica en una sociedad distinta a la que vivimos hoy. Una en que tanto el trabajador como el empresario estuvieran dispuestos a ceder y a negociar, pero creo que en la realidad esto no es así para una gran mayoría de empresas y comercios.

    Los empresarios «sin futuro», como tu los llamas, abundan desgraciadamente. Que son aquellos que pretenden cubrir un domingo como día laborable pero claro está, sin subir sueldos, empeorando turnos y por supuesto sin contratar más gente, como dice Newbie.

    Por lo menos en España, el beneficio del empresario raramente se refleja en beneficio para el trabajador.

    Además, pienso que el trabajador no es sólo eso: es también una persona con una vida que va más allá del trabajo. Alguien que no tenga cargas familiares podría cumplir más o menos fácilmente con estos nuevos horarios. Pero, ¿que pasa si tienes hijos, o mayores a tu cargo? Por poner un ejemplo.

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    • Hola Ana, gracias por tu aportación.

      Estoy de acuerdo en que los empresarios «sin futuro» abundan, pero son simplemente eso, en un futuro más o menos cercano espero que ya no estén (admito que esto puede resultar bastante ingenuo). Coincido contigo en la mayoría del planteamiento, pero algo podremos hacer para cambiarlo ¿no?

      En lo que no coincido es en el último párrafo, te ha traicionado el subconsciente igual que al empresario «sin futuro». No se trata de que un trabajador sea persona o no, eso entiendo que está fuera de toda duda. Ni tampoco se trata de hacer más horas, ni trabajar domingos o festivos. Se trata de flexibilidad, de turnos, de que lo que uno no quiere otro lo ansía. Recuerdo hace tiempo en cierto trabajo que tuve que, cuando se propuso trabajar los domingos nadie quería. Cuando se habló del suelto de los domingos, yo seguía sin querer porque viajaba todos los fines de semana, pero aparecieron voluntarios por doquier. Si tienes hijos o mayores a tu cargo, como dices, te adaptarás a tu situación y optarás/elegirás los turnos que te convengan, o los que menos te disgustan, y así el resto. Pero repito, al final solo se trata de beneficiar al cliente por encima de todas las cosas, y tal como yo lo veo, eso tiene que desembocar obligatoriamente en beneficio para el empresario y por ende para el trabajador. ¿Es difícil? Sí. ¿Es imposible? No.

      Salu2.

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