Fuera de control

Fuera de control.- El cerebro humano está preparado para sobrevivir, si no se considera amenazado se acomoda, si no le ofreces objetivos se relaja, sin metas te anquilosas de tal manera que el obstáculo más ridículo se presenta insalvable. En tus manos, y en tu mente, está conseguir/buscar/plantear esos objetivos para mantenerte vivo.

Cuando llevas tiempo preparando un proyecto con ilusión y sacrificio, tu proyecto, por nimio que sea para los demás, y sale mal, la decepción es tremenda. Incluso puede hacer tambalear el soporte vital que mantiene vivo el espíritu de lucha. Pero si el día D, a la hora H, ni siquiera llegas a presentarlo, te sientes un incompetente perfectamente mimetizado con la escoria grisácea rellenasobres que dirige este país.

Fuera de control #emprendoelReto

Se trataba de la quinta carrera desde que hace cuatro meses iniciara la aventura #emprendoelReto con objetivo «correr una maratón», y la afrontaba con ilusión por las expectativas autogeneradas dada la mejora continua en tiempos y sensaciones.

La carrera, III Carrera Popular Torre de Hércules. 7 km de perfil lleno de altibajos con duras rampas y final en la propia Torre tras una pendiente mortal para finalizar. Pero ya había practicado el recorrido más de una vez, y no se me daba mal.

La salida a las 12:15, media hora antes estábamos por allí, buscando el ropero para descargar la mochila. No lo encontramos, preguntamos y nos dirigimos según indicaciones “al frontón”. En “el frontón” nos dicen que no hay ropero para esta carrera.

– Bueno, pues volvemos al coche a dejar la mochila y de paso calentamos -acordamos-.

Cuando regresamos a la línea de salida era las 12:25, 10 minutos tarde. Todavía ahora no tengo claro si fue fruto del empanamiento general o de la suave morfina que suele inyectar la relajación en mente y cuerpo. Ni siquiera corrimos para llegar a tiempo, simplemente, no llegamos.

¡No me lo podía creer! Pero las miradas de perplejidad de la gente ante dos tíos con dorsal y pantalón corto en la línea de salida 10 minutos después, cuando ya no quedaba ni el arco de salida, no dejaban lugar a dudas. Éramos los dos tíos más incompetentes entre más de 1.600 personas.

Estaba meridianamente claro, allí no había nadie, cuando 30 minutos antes estaba a rebosar. Aún así pregunté.

– ¿Han salido ya?

– Sí, estarán a punto de llegar -encima con sorna-.

Miré a mi compañero Luis y tampoco se muy bien por qué, decidimos tomar la salida igualmente. Quizá por aprovechar la mañana y entrenar un poco.

Unos metros más adelante un policía nos avisaba de que el tráfico ya no estaba cortado, “tened cuidado, circulad por la acera”. Un fotógrafo nos hacía todo un reportaje para vete tú a saber qué tipo de artículo y otro uniformado en un alarde de ocurrente sutileza preguntaba “¿Vais por la tercera vuelta?”.

Pues no. No íbamos por la tercera vuelta, habíamos salido 10 minutos tarde, o lo que es lo mismo, con un problema añadido e inesperado pero con un objetivo claro y consensuado: No acabar los últimos. Y eso nos salvó.

Ese era nuestro pequeño truco de motivación y lo único que podía devolvernos cierta dignidad -entendámonos, dignidad runera, tampoco saquemos los pies del tiesto-. Pero a medida que discurría nuestra carrera sin ver a nadie por delante -por detrás tampoco claro- ese pequeño truco motivacional perdía fuerza, al menos en mi mente. Y la mente manda siempre en carrera muy por encima de las piernas.

Conseguí mantenerme a flote y a rueda de Luis hasta que por el camino de vuelta -el recorrido era cerrado sobre sí mismo- empezaron a aparecer los primeros corredores, los que iban en cabeza y “estaban ya cerca de la meta”.

De nuevo aparecieron las miradas, esas miradas en picado mezcla de compasión y superioridad que no hacen más que hundir a unos y levantar a otros. Sin saber bien a qué grupo acogerme apareció a lo lejos el último de la fila, y ahí sí, la motivación se hizo patente.

Inconscientemente el ritmo aumentó hasta alcanzarle, de repente estábamos en carrera, ya no teníamos que ir por la acera.

Después del último vino el penúltimo, el antepenúltimo… y ya empezamos a mirar el tiempo y el ritmo de carrera. La gente y las miradas seguían siendo extrañas, ¡cómo estas dos personas con dorsal y pantalón corto iban tan atrás y a un ritmo tan elevado!. Y claro, más motivación, porque aunque parezca raro, el corredor tiene oídos, y oye.

Al no tomar la salida, llegamos fuera de control. Pero si nos olvidamos del tiempo perdido por empanados, hicimos nuestra mejor carrera hasta el momento, 7 km en 29:26 con un recorrido bastante duro. Hubiéramos acabado en torno al puesto 200, y aún con el desliz acabamos más o menos en mitad de pelotón. Pero eso no es relevante, hay mucho que mejorar, lo realmente importante es lo que nos enseñó la carrera.

La carrera nos recordó que, como en la vida o en los negocios, la mente es clave. Que siempre has de tener presente una motivación alcanzable pero que nunca has de alcanzar, parece una contradicción pero no lo es, y si la alcanzas has de buscar una nueva motivación. De lo contrario sucumbirás a las trampas mentales que tú mismo gestarás.

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Imagen bajo licencia CC de DietayDeporte en Flickr.

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8 comentarios en «Fuera de control»

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  2. ¡Cuánta razón Orlando!

    Me has hecho sonreír con esa escena de la salida, dos tíos con dorsal y buscando el arco de salida… 🙂

    Pero si, como queda en el fondo, la mente es clave para no perder la orientación que siempre necesitamos.

    Un abrazo!

    Jacinto

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    • A mi también me resulta gracioso Jacinto, pero ahora, en su momento he de reconocer que sentí cierta vergüenza.

      Pero bueno, pasado y lección aprendida. El poder de la mente…

      Otro abrazo para ti.

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  3. No hay nada como las propias experiencias para sacar conclusiones que pueden aplicarse a cualquier ámbito.

    La historia es genial Orlando, y si hubieseis salido a la hora en punto junto a todo el pelotón, quizás este post nunca hubiese visto la luz, así que te felicito por el despiste 😉

    Un saludo!

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  4. Motivación, esa es la clave, aún que yo le llamo de otra forma. La llamo «Actitud»
    Porque a pesar que estas hasta el final de la carrera y no ves el ultimo competidor, se tiene la actitud de seguir adelante, de superarse, de no darse por vencido a pesar de los que digan las personas,
    Siempre hay que tener una actitud positiva, y se podrán lograr cosas inimaginables solo es cuestión de que te lo propongas.

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  5. Muy buena reflexión, cuanta verdad!
    Me gusta leer la Biblia y al leer vino a mi mente las palabras de Pablo el apóstol cuando dice «dajando atrás lo que pasó, prosigo a la meta… puestos los ojos en Cristo», esa era su meta, era difícil de alcanzar pero le permitió ser ejemplo para muchos.

    Cuando llegas a la meta, estar o no fuera de control es un detalle, lo importante es como bien dice Orlando «hacer la mejor carrera»!

    Gracias

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